Un día el Conde Lucanor estaba hablando con su consejero Patronio y le dijo lo siguiente:
-Patronio, hace tiempo estuve en guerra con un poderoso enemigo, el cual tardé bastante en vencer. Después de su derrota, se marchó indignado, y recientemente empezó a perder muchos de sus bienes. Hace unos días este enemigo mío mandó un mensajero que decía que si le daba parte de mis bienes, él me devolvería el doble, ya que desea que le ayude a vencer otra guerra, y asi que se olvidaría de todo el rencor. Este hombre podría ser de gran ayuda, pero me temo que pueda llegar a traicionarme. Por la gran confianza que me merecéis y por vuestro buen sentido, os ruego que me aconsejéis el modo de solucionar esta duda..
-Señor Conde Lucanor- dijo Patronio- este hombre piensa robarle gran parte de sus bienes, y, para que sepáis cómo lo intentará, me gustaría que supiera lo que pasó con el zorro y el oso.
El conde le preguntó lo que había sucedido en este caso.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- era un un invierno muy frío, y había un zorro que no podía encontrar comida. Este zorro solía vivir engañando a los demás animales, y era bastante conocido por eso. Un día vio a un oso cerca de un río congelado, así que decidió acercarse, y le pidió al oso que sacase unos peces del río para que los compartan, obviamente, el oso no le creyó. Pero el zorro intentó persuadirle con tratos que le convenían al oso, así que al final logró convencerle.
Cuando el oso se dispuso a empezar, se dio cuenta de que el agua estaba congelada, y si caía en ella le sería casi imposible salir, a lo que el zorro le respondió que si eso pasa él le ayudaría salir.
El oso comenzó a sacar pescado del río, y el zorro se había comido todos los peces, y cuando ya estaba lleno se fue. El oso estaba dispuesto a perseguirlo, ya que había robado todos los peces, pero no pudo ir a por el zorro ya que se había quedado atascado en el hielo.
Así le sucedió al oso, por fiarse de un enemigo que sabía que era bastante engañoso.
Vos, Conde Lucanor, sabéis que ese hombre fue enemigo vuestro durante años, y si le pide a usted que le de gran parte de sus bienes a cambio de algo, ande con cautela para que no le estén engañando.
El conde pensó que este era un buen consejo, obró según él y le fue muy provechoso.
Al oír esta historia, la mandó poner en este libro e hizo estos versos que dicen asi:
Al que antes tu enemigo solía ser
ni en nada ni nunca le debes creer.